poema 65 de trilce
Poema 65 de Trilce
En el fondo de un patio
de la ciudad de Lima,
donde una tarde
se deshojó el otoño,
se alza una casa
de madera y de adobe.
En esa casa
de madera y de adobe,
donde el tiempo
se ha detenido,
vive un hombre
con el alma en desorden.
En su rostro
se dibuja el cansancio,
las arrugas
marcan su piel curtida.
En sus ojos
se refleja la tristeza,
la melancolía
que lo acompaña siempre.
Este hombre
es un poeta olvidado,
un ser solitario
que busca en las palabras
un refugio,
un consuelo.
Sus versos
son sus únicos amigos,
su única compañía.
En ellos
encuentra la libertad,
la voz que le fue negada.
En su casa
de madera y de adobe,
el poeta
se sumerge en la oscuridad,
en la soledad
que lo consume.
Pero a pesar
de su tristeza,
de su abandono,
él sigue escribiendo,
sigue creando.
Porque en cada verso
hay un pedazo de su alma,
un grito desesperado
que busca ser escuchado.
Y aunque el mundo
no lo reconozca,
él sigue siendo
un poeta,
un creador.
En el fondo de un patio
de la ciudad de Lima,
donde una tarde
se deshojó el otoño,
vive un hombre
con el alma en desorden.
En su casa
de madera y de adobe,
el poeta
sigue escribiendo,
sigue creando.
Porque a pesar de todo,
él sabe que
la poesía
es su única salvación.
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